viernes, 14 de agosto de 2009

ESCUCHA ACTIVA DEL FORMADOR

Saber escuchar es responsabilidad del formador, tiene que aprender a ser buen oyente y, más aún, ser un "escucha activo". El formador debe tener conciencia clara de que el proceso de comunicación es recíproco, y el éxito en la comunicación depende de la misma medida del emisor y del receptor.

Escuchar activamente no es un proceso fácil porque, más que una facultad física e intelectual, es un proceso psicológico-emocional-selectivo, ya que tiene una íntima relación con el interés o motivación que cada uno de nosotros tenga para escuchar.

Conociendo las dificultades que implica escuchar activamente, es responsabilidad del formador, en su papel de emisor, saber elaborar mensajes significativos y estimulantes que despierten interés y entendimiento en el receptor; asimismo, su obligación en el papel de receptor será la de ser un escucha activo, tener actitud de apertura para entender, comprender, evaluar el mensaje y quizá lograr empatizar. Con esta disposición estaremos en posibilidad de cumplir en forma más efectiva el papel de formador.

La escucha activa requiere penetrar en el mundo de nuestro interlocutor, Zacharis y Coleman dicen que los obstáculos que entorpecen nuestra capacidad de escucha se pueden resumir en:
- Oír solo aquello que nos interesa. Posición egocéntrica y contraria a la empatía.
- Los prejuicios. Juzgamos anticipadamente al emisor y a su mensaje.
- Estar en posición de oír. Fingir escuchar es menos cansado que escuchar.
- Las barreras físicas o psicológicas.
- La excitación emocional.
- Las replicas constantes.

Frente a este panorama de problemas existen soluciones efectivas:
- Tomarse tiempo para escuchar.
- Establecer un clima agradable.
- Aceptar al emisor tal como es.
- Evitar distracciones.
- Prepararse el tema.
- Sintetizar las ideas.
- Comprender la estructura argumental.
- No anticipar conclusiones.
- Preguntar y tomar notas.

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